miércoles, 2 de julio de 2008

QUERIDO VECINO!!!!!

Tengo algunas cosas para decirte. Cosas que quería decirte hace rato, pero que sabía no ibas a escuchar. Cosas que tal vez ignores, pero que ocurren contigo y que son la causa de tu desdicha.

No te voy a mentir: esto no lo hago por ti, lo hago por mi. No lo hago porque quiera que salgas de ese hueco (al contrario, por mi que te quedes ahí de por vida), sino porque quiero cobrarte lo que durante mucho tiempo te advertí y tu no quisiste atender. Tu y tu soberbia. Tu y tu delirio de grandeza.He pasado mucho tiempo al lado tuyo. He tenido que soportarte muchas veces.
Te conozco bien, aunque te aprecie poco. Muy poco. Y por eso sé lo que pasa contigo. También por eso me tomo la libertad de tutearte. Porque hemos convivido (a las malas) desde siempre y porque tengo muchos amigos adeptos a ti. Es que han sido muchos años batallando entre nosotros. Claro, tu con tu soberbia siempre dijiste que no éramos rival digno y que preferías que tus victorias fueran sobre enemigos de otras tierras. Pero nunca te creí ese verso. Siempre supe que ese era un mecanismo de defensa para evitar hablar de las derrotas. Esa ha sido siempre tu forma de esconder el dolor.
Pero las cosas han cambiado. Ya no temes decir que perder contra nosotros es más doloroso que perder ante cualquiera. Has aprendido algo de la gallardía que nos sobra, porque nosotros no tememos decir que podemos perder todo, menos contra ti. Así somos: francotes, abiertos. No menospreciamos a nadie.Pero no escribo para hablarte de eso. Eso ya lo sabes y no vale la pena que yo te lo diga en la cara. Allá tu si quieres reconocerlo o no.Lo que no sabes, y ese es motivo de mi carta, es por qué te pasa lo que te pasa. No lo sabes ni lo entiendes porque, como todo malo, sientes que haces las cosas bien y luego, cuando te salen mal, le reclamas al cielo (“¿por qué a mi?”), pensando que el de arriba te está jugando una mala pasada. Una mala jugada a ti, que te crees tan bueno. A ti, que te crees tan perfecto y poderoso. A ti, que te crees tan grande.Lo de hoy en el estadio (el 'combo' de derrota, paseo y eliminación) fue no solo justo, sino apenas previsible. Fue el resultado de tu comportamiento y de tu ideología durante casi 20 años. 20 años durante los cuales te fuiste muriendo por dentro y te negaste aceptarlo, porque te cuesta aceptar que te puedes morir.Y en lugar de preocuparte por lo que te pasaba por dentro, te burlaste de lo que nos pasaba a nosotros.
Qué ironía: siempre dices que nosotros celebramos más tus derrotas que nuestras propias victorias, pero la verdad es que te pasa lo que te pasa porque siempre te conformaste con que nosotros tampoco ganáramos, y no te importó seguir perdiendo.Te burlaste de nuestras caídas y disfrutaste con nuestros tropiezos. Eso sin darte cuenta de que tu siempre trastabillabas.Nosotros aceptamos las vacas flacas con estoicismo y en medio de tantas tristezas perdimos a muchos que abandonaron la lucha. “Los mismos 5.000 de siempre”, te burlabas. “No son más”, dijiste muchas veces.Pero claro, lo que nunca quisiste reconocer es que nosotros llevábamos 35 años de dolores, y que para tal sufrimiento 5.000 personas no eran una vergüenza, sino que eran todo un logro. Tan solo haz el cálculo: tu llevas apenas 20 años en las mismas y ya solo se ven 10.000… ¿Cómo será en unos cinco años?Es que esto del ‘aguante’ no es para cualquiera. Es que esto del ‘aguante’ no se mide en las buenas, sino en las malas. Y nosotros estuvimos siempre en las malas, aunque te burlaras.Tu, en cambio, te convertiste en un rico venido a menos. Uno de esos aristócratas en la ruina, que no tiene con qué comer pero que sigue recorriendo los pasillos de su casa desolada vistiendo como si fueran nuevos sus vestidos otrora lujosos y ahora convertidos en alimento de polillas.Eres un pobre de abolengo. Un personaje disfrazado con esmoquin remendado, zapatos de charol rotos y falsas medallas de condecoraciones inventadas. Quieres que la gente te respete por tu pasado, pero te niegas a aceptar que tu presente da grima y te sigues creyendo el mismo multimillonario elegante de décadas atrás. Quieres ir a los mejores restaurantes, pero no tienes con qué pagar la comida. Y lo que es peor, crees que a ti no deberían cobrártela. Nosotros supimos aceptar que la gloria se nos escapó y por eso nos decidimos a trabajar duro para recuperarla. Tu, en cambio, crees que todavía la tienes y por eso te sorprendes cada vez que la vida te demuestra lo contrario.
Te enfureces cada vez que en el restaurante lujoso no solo se niegan a servirte, sino que te prohíben la entrada. Así eres tu, te crees más que todos.Que no te asombre lo de hoy, la derrota es apenas normal. Tu te la buscaste. Fuiste tu quien permitió que te convirtieran en un chico. Cada vez que te traen un desconocido para que vista tu camiseta lo aplaudes como si fuera Maradona. Lo vuelves ídolo en el aeropuerto y le pones el rótulo de ‘crack’ con el primer “che” que dice en los micrófonos. Tu y esa maña de creerte argentino.Te burlas de nuestros ídolos. De burlas de Preciado, por ejemplo. Lo ofendes. No entiendes cómo puede ser nuestro ídolo “ese”. Pues te digo: “ese” nos ha dado más goles en clásicos que cualquiera. “Ese” se hizo acá. “Ese” salió de nuestro vientre. “Ese” quiere esta camiseta y no vino acá en busca de plata, como los tuyos.¿Y tu? ¿Cuáles son tus ídolos? Hoy tu ídolo (y capitán) es uno que insultaste a más no poder cuando venía con camiseta verde. Es un ídolo que inventaste a las malas porque no tenías de donde sacar uno. Porque tu cantera no produce nada, porque no tienes de quién hacer una bandera.¿Y sabes por qué tu cantera no produce nada? Porque como te crees tan grande, crees que no mereces jugar con ‘pelaos’. ¡Ja! El delirio de grandeza del que te hablaba. Crees que tu camiseta solo la pueden vestir estrellas. Lo peor es que te traen troncos que dicen “che” y tu los quieres volver estrellas a la fuerza, por el simple hecho de decir “che”.Nosotros nos dimos el lapo. Fueron varios años jugando con ‘pelaos’, reconociendo que solo así, creyendo en lo nuestro, íbamos a recuperar lo perdido. Fueron años difíciles, no lo niego, pero dieron sus frutos.Esos pelaos se convirtieron en ‘buenos jugadores’, y los vendimos para poder comprar otros ‘buenos jugadores’, pero más jóvenes. Esos ‘buenos jugadores’ más jóvenes se hicieron ‘excelentes jugadores’, y los vendimos para comprar ‘excelentes jugadores’, pero más jóvenes. Esos ‘excelentes jugadores’ más jóvenes se convirtieron en ‘estrellas’, y los vamos a vender para comprar ‘estrellas’, pero más jóvenes.
Todo eso se demoró una eternidad, pero nosotros aguantamos. Fue largo, pero saneamos el equipo.Y no sé qué haremos con esas ‘estrellas’ más jóvenes cuando se conviertan en ‘cracks’, seguramente venderlos e invertir en otra clase de cosas, como un lugar para entrenar o un bus mucho mejor que el de ahora. Ya veremos. Al menos tenemos planes.Pero lo tuyo fue al revés: ya tenías el bus y el lugar para entrenar, pero todo lo perdiste buscando ‘estrellas’ que nunca dieron, porque la verdad apenas daban para ‘buenos jugadores’. Lo que pasa es que tu querías que jugaran como ‘cracks’.Es que no eres capaz de hacer un proceso. No tienes la valentía. “¿Proceso yo?, pero si yo soy grande”, dices. Típica actitud de rico venido a menos, de pobre de abolengo. “¿Cómo se le ocurre que voy a comer en cualquier parte?”.Y ahí te quedaste, llorando el pasado.Hoy, durante la derrota, buscaste culpables. Le echaste la culpa el ‘Chiqui’ y lo insultaste a coro, pero se te olvida que te dio más de lo que te ha quitado, lo que tienes él te ayudó a conseguirlo por la vía fácil. No me hagas hablar…Y lo que más risa me dio: pediste de regreso al argentino. ¡Ja, qué delirio que tienes por todo aquel que dice “che”!Bueno, igual qué, a mi qué me importa. Es más, ojalá regrese el argentino. Para mi mejor. Cualquiera es más técnico que él y así las cosas nos quedan más fáciles. Tu sigue en lo tuyo, en tu delirio de grandeza, en tu argentinismo pendejo, gritándole a tu equipo que “se deje de joder” si no va ganando por goleada al minuto 15 del primer tiempo. Tu sigue en tus lamentos, que yo me voy a celebrar la victoria.Y no solo celebro la victoria, celebro también mi presente. Un presente promisorio, producto de años de sacrificio. Y te lo digo, celebro también tu fatal actualidad.
Te la mereces, por agrandado.